La periodista y escritora argentina Gabriela Cabezón lee desde el jardín semisalvaje de su casa fragmentos de un emotivo retrato de infancia. Sus palabras traen las impresiones de una niña de clase proletaria sobre sus padres y abuelos, sobre la maravilla de asomarse al mundo por primera vez. Un mundo luminoso, pero también oscuro, en el que las experiencias son vividas con intensidad y se graban en la memoria para siempre. Aunque la autora toca distintos temas, se advierte la repetición de uno: la pérdida de la infancia, que corre paralela a la pérdida de la naturaleza (o el jardín de los abuelos). La ciudad, en su incesante crecimiento, arrasa con los árboles, las flores y los animales. Es un nuevo acercamiento al tema del Paraíso perdido.