En su discurso de inauguración de El Eco, Inés Amor proponía que “para el arte no hay ni debe haber fronteras”. Para ella, el restaurante-bar-galería era un esfuerzo colectivo, no sólo de los directores del proyecto, Daniel Mont y Mathias Goeritz, sino de las personas colaboradoras ya fueran artistas reconocidos y de muchos otrxs trabajadores anónimos. En este plural, Inés Amor incluía algunas mujeres que colaboraron para hacer de El Eco una unidad plástica, artística y visual. Siguiendo esta lectura de la colaboración y participación colectiva, este número está dedicado a proponer lecturas alternativas de El Eco desde el trabajo de mujeres artistas involucradas en la configuración de la mirada al sitio.