Las ciudades vacías han creado imágenes conmovedoras del confinamiento. Las calles, las plazas, las avenidas y las arterias vitales fueron abandonadas súbitamente. De aquellos ríos humanos que las transitaban o del bullicio cotidiano, quedaron el silencio y la ausencia. Esta pieza es un detonante de la memoria a partir de una ciudad que permanece vacía: Ciudad Universitaria. La ausencia de su población ahora ocupa el espacio. Recorrer sus caminos antes llenos de gente; pasear por sus prados de pastos crecidos, de puertas cerradas y rampas prohibidas por cintas amarillas, de espejos de agua secos; verla quieta —casi expectante— desde el aire, permite sentirla y escucharla de otra manera para redimensionarla. Pero también, recordarla; desearla viva y vibrante. A un año del inicio de la pandemia, un homenaje a sus habitantes.