En tan solo seis minutos, Arturo Vázquez enfrenta el reto de dirigir a la distancia a 11 bailarines en el "Coral, un despertar jubiloso" (1998), una de las obras que Gloria Contreras hizo a la música de Johann Sebastian Bach. Arturo Vázquez, pretende a través de esta pieza coreográfica que los bailarines compartan su alegría y esperanza en estos tiempos de confinamiento.
Por otro lado, los recuerdos de un amor filial inspiran a Ricardo Herrera para crear "Lascia ch’io pianga" (Déjame llorar), danza que evoca la historia de una vida compartida a través de los objetos que habitan su casa. La figura paterna es representada por Andrés Arámbula, ambos bailan la aria "Déjame llorar", de Georg Friedrich Händel interpretada por el contratenor francés Philippe Jaroussky.